Si dijéramos que el Mundo se tiñe de la danza de las horas, del paso de sus carencias en miles de rostros de auroras, y que la gente va y viene de nuestra vida colmando nuestro ahora, llenaríamos muelles de ensueños, profundos anhelos con aromas.
Y nos embarcaríamos en un viaje a la inmensidad del cielo eterno, guiándonos por el perfume del romance que portan algunos recuerdos. Yo guardo aquí uno en mi pecho, una escondida melodía que se hará pregón en el firmamento, e iré a esas lejanas tierras donde sólo la nada queda después del paso del tiempo. Encontraré allí todo lo que perdí y lo que aún no me ha tocado tenerlo, me veré a mí mismo de niño y le cantaré un triste soneto, envuelto en un misterio blanco de tibio aspecto que entre las olas se torna en velero, aquella melodía que a las claras estrellas evoca el lamento.
(Se sienta al lado de sí mismo aún niño, y le habla acariciándole el pelo) Vos sois quien hará que el musgo brote en el recoveco de vuestro contento, como aquel arcoíris que después de la lluvia decora el universo. Estaréis sólo en el Mundo y volaréis eternamente de montañas a puertos, no tendréis más remedio que soñar con los que tanto habéis amado y que ya en el olvido os tuvieron.
Pero por favor, no los olvidéis sin haber amado, pues aún os quedan muchas rocas sobre las que verteréis el llanto, amaréis y odiaréis a mucha gente que os traerán blancos jazmines en rotos tarros, que os desgarrarán la savia que a os mantiene escondido entre las sombras del florecido naranjo. Y así vuestra primavera se vestirá de un plumaje decaído, de color grisáceo y la hiedra que os cubre la noche del helado manto, se tornará en una tapia de alabastro que os impedirá la vista hacia aquel rosado encanto, donde el Sol aviva los candores de los astros.
Tendréis que coger el martillo del coraje, la sabiduría y el arrebato, y romped ese muro que os impide el paso, tonar su dureza en una lámina de fango, cuyas fisuras os abrirán los párpados a un nuevo camino de retorcido trazo que deberéis atravesar corriendo sin mirar abajo.
(Susurro en el aire) “Os esperaré en el final, donde la luz blanca se confunde con las nubes que forran la risa por miles de años”
Mike Ryman
La Tragedia del Amor
>Hombre: Perdonad amor mío por mi reciente ausencia, tuve que ir muy lejos en busca de quien me diera una faena. (Sonríe) Ya nunca nos faltará nad…
>Mujer: ¡Cállate! Siempre tienes escusas para todo que sepáis que yo ya no os amo y que voy a hacer mi vida con otro. (Le tira las flores a la cara y lanza por la ventana las fotos) ¡No quiero volver a veros, ni tampoco oír vuestra voz de nuevo. Así que todo está dicho ¡Fuera! A mí no me veréis el pelo.
(Paralizado el hombre ni moverse podía, sus piernas no les respondían y su vista borrosa se volvía.
En ese momento, su mente entró en un continuo tormento Uno del cual nadie sale muy certero pues en su envergadura y su lamento sólo impera la noche, con un fúnebre aspecto)
>Hombre: (Con la mirada al suelo, se para frente a un acantilado)
Caigo al abismo, la impotencia me ahoga. La desesperación me quema, el alma me devora. Jamás la volveré a ver, ya todo es memoria vana.
Se tiñe mi amargura de un color a sangre caduca trozos de vidrio siento que en mí se clavan. Los labios se secan, la piel se agrieta y sangra ríos de lágrimas ahora mojarán mis sábanas.
Ya todo está regido por la nada de la cual no siento si es de noche o por la mañana. Ya no hay nada que mi llegada aguarda, tan sólo el abismo y la suerte que ahí me depara.
(Se precipita)
Mike Ryman.
Existencia
Este Mundo por el cual navego, siguiendo una ilusión sin un rumbo certero una fantasía más allá del recuerdo, desbordada por la añoranza de los que ya se fueron.
Este torbellino sin freno, que nos arrastra desde que nacemos, de altas mareas apiladas en algunas zonas por el tormento de los soñadores que a la realidad no amoldarse pudieron. Ése aluvión de furia sin pretextos, que nos obliga a tallarnos obediencia a algunos sin verlos, suprimiendo lo que nace de nuestro primitivo antojo y avanzado ingenio y a aceptar el inevitable desvelo por tener un merecido derecho sobre el designio que nos inculcaron desde pequeños.
Pues la verdad, es que esta vida que miramos desde el ensueño no es más que un temporal sobre el que surcamos un océano, a través de muchas nubes con dolorosos destellos siguiendo un breve caudal de plateado fuego con luz dudosa envuelta en brumoso anhelo, que mustia en trémulos desmayos a todo aquel que de prisiones anda cargado y no ve más allá del espejismo que en el agua queda reflejado.
Esfera desbocada, que el tiempo a la par oscila con la inmensidad del cielo, esa gran manta estrellada de ahí arriba en el firmamento, que ciega la vista enmarañando el acertado camino y deseado destino con su abismo de negro designio donde aún resuenan los vapores del llanto desbordando lágrimas antiguas cargadas de resplandecientes astros.
Existencia misma y divina mía, esmeralda tesoro de amor y codicia, rica esencia, matrona constancia de dorados rasgos, aun cayendo y tropezando con su falda de encantos hacedme resurgir desde la lumbre del Sol que ahora extraño. Miraré atrás, al camino que hasta aquí me hizo llegar desde que salí de la bella aurora hasta este abandonado antro, enjugando la juventud con su desvelado encanto donde aún vela el duelo que mi pecho está quemando ajeno a todo pesar de caduco arreglo, a estas gotas de tiempo que pasan de largo sin ningún remedio.
Mike Ryman.
Pedazos de Amor
Dolor… Dolor que abrasa, dolor que quema yo aquí sigo, ahogándome en la indiferencia de una dama por la que mi corazón aún se queja. Ya no… Para ella ya no soy más que la lejana nada, un liviano recuerdo sobre el que su memoria ya no habla olvidando el sentimiento dulce de cuando me juraba que el amor por mis besos cada noche la hechizaban.
Preciosa joya, tan feliz como vigorosa de la que una y otra vez mi alma se enamora. ¿Por qué haga lo que haga me tenderéis siempre en el lecho de vuestra amistad helada? Pues el todo reducís a polvo de nada de la forma que os quede más amarga, a pesar de que intente cambiar el aquel por lo que ahora de amaros sangra.
¡Por aquella dama robaría hasta una estrella! Privando al cielo de Luna y de su plateada lluvia a pesar de todo lo que me suceda supongo que si la nada me engullera ¿Quién aparte del aire lo supiera? Me temo que ya ni la gracia de un poema haría que me la devolvieran.
Da igual que lo niegue, da igual que olvidar sea lo único que intente. La extraño, mi corazón aún la siente.
Mike Ryman.
Acabar en el Comienzo en tres estrofas: - El Comienzo: Morada en el Abismo - Redención: Amor Alado - El Final: Cayendo al Abismo
En el más profundo pozo de los abismos del infierno, moraba yo en soledad y en lamento, sin chispa que avivara mi desgraciado espectro, ni aire fresco que se mezclara con mi aliento. Era un engendro más entre los que se hallaban sin un rumbo certero, uno más de los muchos que vagan por el Mundo sin remedio, sin nadie que me cogiera del brazo cuando caía derrumbado al suelo.
En uno de mis días preso en el sonido del silencio, de repente se iluminó ante mi rostro el cielo. Mis ojos nunca tanto se abrieron y mis pupilas de hermosos colores se tiñeron. Algo precioso se despertó en mí desde dentro y mi corazón cobró el latido que aún yacía muerto. Un bello y cálido aura me envolvió por completo, que albergaba una bella diosa de dulces besos. Me sonrió posada sobre sus suaves cabellos, arrojándome una espada con la que abrirme el pecho. Al entregarle mi corazón que por amor seguía latiendo, enormes alas blancas salían dolorosas de mi dorso sangriento. Y volé junto a ella saboreando de sus labios el más bello deseo, el amor que sentíamos por dentro era puro y sincero, durmiendo siempre juntos, enamorados por mucho tiempo.
De repente y sin remedio, tornó frío el cálido recubrimiento, y una terrible tempestad de incertidumbre y tormento cegó a la diosa suprimiéndole el apasionado sentimiento. Me arrebató la espada, tirando mi corazón al suelo y con un cristalino estruendo, mi alma acababa muriendo cayendo de rodillas sobre mis lastimados fragmentos. La diosa blandió su espada de mis alas privando, volviendo a caer al oscuro abismo, donde pertenezco, colisionando con el frío suelo del pozo de donde vengo, mirando hacia arriba con lágrimas acreciendo de saber que nunca sabré el sabor de sus besos, acabando donde empecé, sin luz en el cielo.
Mike Ryman.
Broken Roto por dentro, desgarrado por fuera. Cuando os miro y sólo mostráis indiferencia, cuando mis manos en penumbra vagan sobre las flores en vuestra búsqueda, aún sabiendo que al hallar vuestra radiante figura el rechazo sea la única fortuna que vuestra boca ligera pronuncia.
Hermosa y cruel doncella, deme a beber una vez más de su esencia, que no olvide nunca vuestra hermosa presencia en mis noches de soledad y de amargada existencia. Piedad, dulce dama. Tened de mí clemencia, que no es sino vana malicia y cruel diligencia guardar para vos sola vuestra deliciosa imprudencia.
¡Ignorad lo que ha dicho! ¡A la deriva del olvido, por favor, dejadlo! Que no es sino un alma en pena la que esas palabras promulgó en dolencia. Algo sin importancia que no turbaros debiera. Sería en un libro, nada más que una breve nota; o en una taza, sólo una pequeña gota; y en un jardín, una marchita rosa. No os preocupéis por ella, pues a pesar de lo que sienta corazón ya no hay que albergarla pueda.
¡Maldita mil años sea! Que parece no morir nunca esta condenación que vivir no deja. Esta vana y ridícula presencia que aún en mi entraña hace mella, a veces me tortura, a veces me inquieta. Contra toda voluntad, mi rostro abruma con lágrimas que en mis mejillas queman. El recuerdo persiste y me llama a la puerta, al abrir, os veo tan sonrojada como serena y sin piedad alguna, sin ninguna vergüenza, os acercáis a encerrar mi boca en la inmensidad de la vuestra.