En una noche de la que sólo se ve un ápice de plata, camináis descuidada hasta mi remota morada. Aquella en lo alto perdida en un resquicio de la montaña, donde nada normal habita tan sólo la inmunda alimaña.
Travieso cordero que os alejáis de vuestra manada que entráis acariciando mis puertas con una suavidad tan delicada, perfumando mis cortinas de un suntuoso olor a tierna lavanda. Subís desde el gran salón despertando el interés de mi hambruna, ánimas tras la pared acechan vuestra hermosa cintura, se relamen hasta las bestias que aparentan ser figuras.
>Anfitrión: (Bajando las escaleras despacio, haciendo una reverencia) ¡Oh! Querida, os estaba esperando.
>Dama: (Confundida) ¿A mí?
>Anfitrión: (Se arrodilla, besándole la mano) Por supuesto…a vos (Sonríe)
>Dama: (Nerviosa, sonrojada) Verá caballero…Me perdí en el bosque.
>Anfitrión: Querida florecilla, en el bosque no se pierde nada tan sólo que su destino cambia a uno al que la Luna guía y la suerte acompaña. Quien de casualidad mi mansión encuentra goza de una estancia diferente, muy placentera. (Sonríe) No temáis hermoso lirio, mujer tan delicada. Veo que venís de la lluvia algo mojada…
(La abraza cubriéndola con una manta, Ella lo siente, golpeando el aliento en su garganta rozando su oído una suave voz que la embriaga) ¿Os gustaría tener esta noche una suculenta cena en una velada mágica de las que nunca os cuentan?
>Dama: (Jadeante y sonrojada) Si…
En aquella gala, teñida de sudor y sangre sólo gemidos acompañaban la Luna menguante. Sus golpes retumbaban en la tranquilidad de noche la pasión de dos cuerpos consumidos por tenerse disfrazaba la tragedia que estaba por revelarse…
Pues bebió de su cuello hasta que la vida abandonó la calidez de su cuerpo.
Mike Ryman
Zombie
Matadme! ¡Matadme por favor! Que ya no aguanto más esta trágica existencia a la cual pertenezco en la que de vida padezco y de latidos carezco. Ya no tengo calidez en el pecho, ni horizonte que prenda en el cielo, ni tan siquiera un capricho destino al cual aferrarme guiando en fantasías mi sentido, que me de una razón por la cual aún existo y que mantienen mis pasos en el trayecto hacia algún sitio...
¡Ahorcadme! ¡Mutiladme! ¡Desangradme...! Que ya no siento nada y la nada se ha convertido en mi confín celeste, que ya no recuerdan de mí ni tan siquiera mi odiado nombre, tampoco mi voz tajante, ni mi rostro de lágrimas rebosante.
Ya no...ya no... ¡Tampoco los recuerdo yo! Ahora tan sólo sé que mucha hambre parece que tengo, sin escrúpulos que muestren humanidad en mi intelecto. Ya el romance quedó como un podrido concepto que no me llena ni tan siquiera en lo más incierto. Tan sólo sé que gula por devorar tengo, un insaciable apetito por consumir incluso, al Mundo entero.