Un Trágico Destino Avanzaba sobre la arqueada loma de aquel empinado entuerto, un solitario hidalgo caballero de lúgubre apariencia, sin voz ni freno. Mezclaba su aliento en la espesa niebla y por ella era de lágrimas cubierto. Un sagaz guerrero, empuñaba el arma bien diestro esperando a su destino cruel e incierto. En su piel sólo sentía cómo la sangre le hervía por el fuego que en sus ojos le consumía y con voz flamante que en él había gritó: ¡Bestia inmunda! Vuestra vida devorando hombres se acaba. ¡Salid de vuestro escondite y dad la cara! La suerte que os ampara esta vez no os servirá de nada. El silencio clamó el lugar por un momento. El aire se espesó y los animales asustados se fueron. Un terrible estruendo rajaba el suelo, como de ultratumba, un enjambre de cadáveres salieron que con alaridos sofocaban con su hedor el cielo. Su caballo chillaba y huía desconcertado mientras él impasible, aguardaba con los ojos cerrados La brutal bestia reptando de la Tierra emergió abriendo sus enormes fauces con las que tapaba el Sol. Parecía un putrefacto dragonante de intensos ojos color azabache cruel como el infierno, nefasto como la muerte. Como por un dios poseído luchaba sin piedad por su cometido hasta que no pudo escapar a su aciago destino Y susurró a la muerte al oído: "Un suspiro, un lamento, todo se confunde con el verso y se transforma en tormento, acabando con mi cuerpo y volviéndolo en recuerdo" Mike Ryman |